¿Cómo es posible que el portavoz del Gobierno, señor
Méndez de Vigo, dijese el 28 del pasado mes de octubre en una entrevista, que
el Ejecutivo vería "con agrado" que el depuesto y fugado Puigdemont
se presentase a las elecciones autonómicas catalanas del 21 de diciembre?, se
vienen preguntado sin encontrar respuesta los mejores cuerpos de la élite
intelectual, desde el legislador Girauta a la analista Álvarez de Toledo,
pasando por el conjunto del gremio tertuliano.
¿Cortesía?, ¿sarcasmo?, ¿en esto de la política los locos se hayan hecho ya con los mandos?
Sea como fuere, vamos a intentar probar que la razón
todavía dirige los destinos del país, aunque sea a duras penas.
Para ello es necesario que traigamos una breve frase de
Aron, aunque un poco del sabio francés es muchísimo.
Decía así: "salvar a un enemigo cuando no se está
seguro del aliado ha sido siempre muestra de una honorable sabiduría
maquiaveliana".
Raymond Aron, amigo de Alemania por encima de las
vicisitudes políticas, escribió la anterior sentencia en un volumen de 1951
titulado "Les guerres en chaîne". (Ver página 397 de sus
"Memorias", RBA).
La máxima de experiencia, casi perdida en un libro de más
de mil páginas, venía al caso por concurrir dos situaciones posbélicas
contradictoriamente diabólicas: la voluntad de los aliados de destruir Alemania
una vez derrotada, y las consecuencias para Europa de la alianza con la URSS
luego de finalizada la guerra.
Aron pudo llegar a ver la ratificación de su máxima, pues
Europa tuvo que salvar a su eterno enemigo (Alemania) para, entre otras cosas,
sobrevivir a su reciente aliado (la URSS).
¿Alguien duda hoy que Europa acertó en los años 40 del
siglo pasado salvando a la Alemania postrada y no aceptando el "abrazo del
oso" soviético?
¿La Historia no ha demostrado que socorriendo a su vecino
alemán, Europa se ayudó a sí misma?
Pues bien, la sabiduría concentrada en el apotegma de Aron explica por sí sola que Rajoy quiera en la Generalitat a su enemigo Puigdemont
por la simple razón de que no se fía de su aliado Pedro Sánchez.
Sánchez en Cataluña es Iceta (PSC), Iceta es el
referéndum por la independencia, y el referéndum por la independencia exige,
como primer paso, liquidar a Rajoy y lo que queda del PP para colocar a Pedro
Sánchez en la Moncloa.
O lo que es igual, pero al revés, sin Pedro Sánchez en la
Moncloa no habrá ni siquiera posibilidad teórica de un plebiscito, y sin
plebiscito (o algo similar) no se repetirá un tripartito en Cataluña.
Rajoy quizás sea escéptico respecto a que Sánchez cuente con el respaldo de su partido para convocar el referendo que pueda prometer a sus
socios catalanes.
Sin embargo, no tiene dudas de que un Govern de Podemos, Iceta y ERC sólo es posible previo pacto de otra moción de censura signada por el PSOE en el Congreso de los Diputados, que abra la puerta del Gobierno de España a Pedro Sánchez, si no para celebrar el referéndum, al menos para satisfacer las venganzas pendientes contra Rajoy.
Sin embargo, no tiene dudas de que un Govern de Podemos, Iceta y ERC sólo es posible previo pacto de otra moción de censura signada por el PSOE en el Congreso de los Diputados, que abra la puerta del Gobierno de España a Pedro Sánchez, si no para celebrar el referéndum, al menos para satisfacer las venganzas pendientes contra Rajoy.
Sea por h, sea por b, el PP sabe que no puede contar a partir del 22 de diciembre con el que ha sido su aliado contra el enemigo indepe, esto es, el PSC-PSOE.
Lo que inexorablemente significa que tiene que salvar a
Puigdemont para librarse de su hasta ahora amigo Sánchez, pues siempre será
preferible tener como interlocutor a un enemigo moribundo, sometido a la
amenaza cierta del presidio y de la reinstauración del 155; que soportar a un
aliado exigente cuyo objetivo último es liquidarte.
¿No puede ser la señora Arrimadas la nueva Honorable? -se
preguntarán-.
La
magnífica Inés puede ser lo que quiera, pero es muy pequeña la posibilidad de
un bloque constitucionalista porque en las presentes circunstancias no tendría
apoyos suficientes, dado que esa coalición exigiría la mezcla
imposible del aceite de Podemos y el agua de Ciudadanos.
Por
tanto, las dos únicas alternativas con posibilidad de gobernar son los
independentistas puros, pero políticamente neutralizados (Puigdemont y las CUP),
y un tripartito malavenido entre la rama catalana de Podemos, PSC (con los restos de Unió) y ERC,
cuyo pegamento sería la muerte política de Rajoy y del PP.
Y
ante esa disyuntiva, la opción menos mala para el Presidente del Gobierno ya no
es un tripartito independentista vergonzante, que presumiría de haber aislado a
los radicales pirómanos de Puigdemont, Fachin y las CUP, pero que estaría
dispuesto a convocar una consulta por la independencia y pasar por la quilla a
Rajoy; sino un Govern netamente sedicioso atado de pies y manos, esto es, un Gobierno Puigdemont.
¿Quién
le iba a decir al exiliado en Bruselas que su chifladura le iba a convertir en el mejor
aliado de Rajoy?
Pues
Raymond Aron, si le hubiera leído.
No
debe mesarse el ex President su asombrosa cabellera en señal de disgusto por no haberlo hecho. Grandes de la patria como el hacedor de leyes Girauta y la
fina opinadora Álvarez de Toledo tampoco lo hicieron.