lunes, 6 de febrero de 2017

Mas, el sóviet-Parlament y Allende


La turbamulta a las puertas del Palacio de Justicia de Cataluña en apoyo al imputado, y muy pronto condenado, Artur Mas supone un golpe de fuerza de la falange racista catalana.

¿Hay razones para la ansiedad de los españoles?

Si las hay no debería ser por la supuesta dejadez de funciones del Gobierno.

Es obvio que la culpa de lo que ocurre la tiene el actual Gabinete y todos los habidos desde que se promulgó la vigente Constitución.

Pero también estoy seguro que el Estado actuará para neutralizar a los facciosos por una cuestión de supervivencia.

Por tanto, el fin de la película no es el problema, pues la derrota de los amotinados está más que cantada.

La única incógnita de la ecuación es saber cómo se desarrollará la farsa.

Si su desenlace no admite dudas, los intérpretes y el escenario tampoco.

Los protagonistas son los que nadie esperaba, y sin embargo, sólo podían ser ellos, esto es, los exaltados.

Mas, aunque sus ínfulas de libertador lo pretendan ocultar, es ya un juguete roto.

Después de las últimas elecciones autonómicas donde la lista del hasta hace poco jefe Artur no obtuvo mayoría absoluta, la opinión publicada se devanó los sesos pensando qué haría para lograr el apoyo de las CUP a su investidura.

Luego de varios meses de comedia resulta obvio que las CUP se llevan riendo de Mas y de su sustituto Puigdemont desde el primer día de la presente legislatura, pues los antisistema jamás estuvieron dispuestos a delegar la dirección del proceso en un Presidente de la Generalitat.  
Esto nos da pie para introducir el escenario.  

La culminación de la farsa, una vez pisoteado el espacio judicial, tendrá lugar en el Parlament convertido en un sóviet.

Su consigna es más antigua que el yo-yo: todo el poder para el sóviet. 
Si contamos con los protagonistas (las CUP y los palmeros de Junts pel Sí y Podemos), el escenario (el sóviet-Parlament) y sabemos el desenlace (el fracaso del golpe de Estado), todo se reduce a lo siguiente: cómo desactivar un sóviet en el s. XXI en un país de la Unión Europea.

Para ello conviene tener claro que el objetivo aún inconfesado de las CUP no es la quimérica independencia de Cataluña, sino convertir el Parlament en el Palacio de la Moneda del Chile de Allende.

El director del montaje cifra su victoria personal en el trágico martirologio de los suyos ("hostias que parirán terror", alcaldesa de Berga dixit), pobres diablos que no saben, políticamente hablando, ni dónde tienen la mano derecha.

Pero la posibilidad de resucitar a Salvador Allende en el Parlament de Cataluña más de cuarenta años después de su muerte, resulta una oportunidad única de pasar a la Historia, convertida en historieta, con otra gigantesca derrota que una célula fanática de izquierdas y sus compañeros de viaje, no desaprovecharán.

En realidad el problema del Estado se reduce a esto: cómo liquidar el sóviet-Parlament con el menor coste.

Naturalmente los ocupantes no lo desalojarán de forma voluntaria y cada día que estén dentro será un triunfo para ellos.

Además, cuanto más tiempo dure la farsa más apoyos exteriores recibirán.

Ya estoy viendo manifestaciones convocadas en la capital del Reino, incluso en París y en Londres, en apoyo a los amotinados en el Parlament.

Si en Moncloa residiese Putin, el hombre que usa la fuerza como primer recurso, ni siquiera me habría molestado en escribir el presente artículo.

Sin embargo, ¿está dispuesto Mariano Rajoy a acabar con el sóviet en brevísimo plazo?, ¿tendrá el valor de sacar uno a uno a los golpistas?, ¿asumirá la responsabilidad de romper la decoración del sóviet-Parlament y que luego le denuncien los sediciosos y sus amigos en los Tribunales españoles e internacionales?

Mientras los españoles viven en un ¡ay! por si un pelotón enajenado rompe el país, al Presidente del Gobierno, que conoce el final, sólo le preocupa una cosa: cómo vaciar el sóviet-Parlament.

Marx dejó dicho que la historia se repite dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa.


¡Quién nos iba a decir que tendríamos que contemplar la farsa, la patética farsa de ver la reaparición de Salvador Allende en Barcelona!


twitter: @elunicparaiso