domingo, 25 de enero de 2015

El Poder y la Nada


Hay conceptos políticos que a fuerza de repetirlos ya nadie sabe lo que realmente significan.

Uno de ellos es la palabra democracia, término convertido en mito debido a su improbable cumplimiento y por tanto libre de una determinación semántica precisa.

Sin embargo, existen otros, pocos, que por mucho que se utilicen no existen dudas sobre su significado ni sobre su vigencia, por muy abstractos que sean. Nihilismo, por ejemplo. 

Curiosamente, de la fantasmagórica democracia a la que todo el mundo se refiere no existen apenas ejemplos (¿Suiza, EE.UU. quizás?), mientras que de la idea más oscura, la Nada, se suceden las pruebas.  

La Nada es el vacío, lo que queda después de la destrucción, pero precisamente por ello, el punto de partida de algo nuevo, la tabla rasa.

La Nada es la premisa necesaria para sucesivos comienzos originales, el punto cero de la Creación.

Así, la Nada es la matriz de la arquitectura moderna, pero también de la corrupción urbanística en el Estado caníbal.

En términos constructivos, la Nada es un solar que permite una intervención arquitectónica sobre la que categorías estéticas como bueno o feo carecerán de sentido al tratarse de un acto inédito.
Ante la contemplación del Museo Guggenheim de Bilbao, la opinión que lo juzgue como bello tendrá el mismo valor que la que lo califique de aberración en tanto lo nuevo carece de tradición que sirva de instancia sentenciadora.

Pero la Nada también es el solar baldío que da pie a que los agentes del Estado Caníbal llamados políticos otorguen licencias para construir edificios gigantescos, ciudades enteras, cuyo objeto principal no son los inmuebles, sino la Creación de ingentes masas monetarias antes de hacer Nada.
De la Nada que supone un solar a la Nada que supone ese mismo solar un año después puede haber una diferencia de valor de varios millones de euros por obra de una autorización administrativa.  

Y es que de la Nada los políticos Crean dinero, o lo destruyen (véanse los impuestos).

La Creación de dinero de la Nada sería la característica distintiva de la Economía Política.  

Ahora bien, qué es el dinero. Por supuesto, Nada.

Para acreditarlo podría poner alguno de los vídeos que circulan por you tube del profesor Huerta de Soto rompiendo billetes de diez euros ante sus estupefactos alumnos.

Pero no es necesario, pues cualquier banco central de las economías desarrolladas nos lo demuestra con sus afamadas QE, una medida de política monetaria que consiste en Crear moneda fiduciaria (basada en la fe de la comunidad de que tiene valor, aunque no esté respaldada en oro o en otra cosa que no sea la promesa de pago por parte de la entidad que lo emite) para aumentar la oferta de dinero mediante la compra de bonos de los Gobiernos y el incremento de reservas del sistema bancario.
Sesenta mil millones de euros al mes hasta, al menos, septiembre de 2016, anuncia el Banco Central Europeo que va a inyectar en el sistema financiero.
Naturalmente, tal cantidad ni se creará físicamente ni se pondrá en manos de los consumidores.
Todo lo más, se realizarán apuntes contables en los balances de las instituciones emisoras y receptoras (BCE, bancos y Estados) que tendrán como consecuencia el aumento de valor de los títulos de renta fija (bonos) y de renta variable (acciones).
¿Y qué son los títulos de renta fija y de renta variable?
Por supuesto, Nada. Ni siquiera papel. Una anotación digital.  
No debería sorprendernos que de la Nada surja Nada. ¿Qué otra cosa podría aparecer?  
El milagro reside en que el Poder Crea de la Nada una irrealidad que se tiene y se siente como real, aunque camine paralela a la realidad física.
El valor del dinero, de los productos financieros (desde los depósitos bancarios a los más sofisticados instrumentos de inversión), pero también el valor o no valor de algo tan tangible como cualquier inmueble, es fruto de una decisión del Poder, un puro acto de una voluntad humana.  
Por eso podemos decir que el Poder ha sustituido al Creador.
Por eso se puede proclamar impunemente que Dios ha muerto, pues a rey muerto, rey puesto.  
La Creación del Poder no tiene nada que ver con la hiperrealidad de la que habla Baudrillard o Eco, pues ésta es fruto de la subjetividad de cada conciencia, y por tanto personalísima, mientras que la irrealidad que Crea el Poder es objetiva, ¿o acaso es posible dejar de utilizar el papel moneda?
El destino de la Creación del Poder es una elucubración para la que existen augurios ciertos (la primera QE fue puesta en marcha por Japón en el año 2000 y quince años después sus efectos no han sido los previstos, pues la economía nipona sigue en deflación).
Por eso, la clasificación política relevante ya no es izquierda-derecha, sino nihilismo-realismo, encuadrándose entre los nihilistas la socialdemocracia toda.  
Y es que el nihilismo no es una distopía, es la Constitución del Estado Caníbal.
¿Y la democracia?
Otra realidad virtual Creada de la Nada por el Poder. 

twitter: @elunicparaiso


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