martes, 22 de diciembre de 2015

Gran Coalición sí, otra Constitución también


Para Dº Jordi Cañas, que dice que me ha leído

Cuando todo el mundo mira a PP-PSOE por ver si es posible que conformen la inevitable Gran Coalición, el chavista-madurista Iglesias, con sus magros 69 escaños, ya prepara la revuelta mediático-callejera contra la Gran Coalición alegando que ésta supone el robo al pueblo del triunfo electoral.  

La estrategia del Lenin de Vallecas es de libro.

La Gran Coalición (GC) está cantada y escrita desde 2012 porque el "juego del gallina" no engaña. http://elunicoparaisoeselfiscal.blogspot.com.es/2012/03/la-gran-coalicion-i.html

Por tanto es una pérdida de tiempo tanto comentar los resultados electorales como hablar de si será o no, pues habrá Gran Coalición con la misma inexorabilidad que al otoño le sigue el invierno.

El problema es el día después de la Gran Coalición. Veamos por qué.

El chavista-madurista se considera ganador.  

No importa que los 69 escaños le desmientan.

Él ha decidido que es el vencedor y se va a encargar de demostrárnoslo.

¿Cómo?

Llevando la iniciativa del cambio.

Ya ha anunciado que va a empezar una ronda de conversaciones con todos los partidos para proponer los cambios constitucionales que el país necesita. Es decir, da por amortizado al sistema y él pretende dirigir el proceso revolucionario, pues de eso se trata.

¿Que no tiene mayorías?

Ya las tendrá. Y para ello trabaja.

De momento ya tiene el apoyo de los hombres de Mas y de ERC en Madrid, además de todos los minoritarios. Es decir, controla más escaños que el mismísimo PSOE.  

Ahora bien, sabe que su estrategia tiene un último obstáculo: la Gran Coalición (GC).

La GC es el insuperable muro institucional contra el que nada puede hacer.  Ni siquiera Lenin resucitado podría.

Por eso la va a dinamitar en la calle y en los medios de comunicación alegando que la Gran Coalición es el secuestro por parte de la casta de la voluntad popular.  

Exactamente éste va a ser su mensaje.

Que sea verdad o no es completamente irrelevante.

Lo decisivo es que la gente le va a creer, de la misma manera que los votantes en Cataluña le han dado el triunfo electoral porque han confiado en que decía la verdad cuando en los mítines prometía convocar un referéndum vinculante por la independencia, y que con ese procedimiento el asunto de Cataluña estaría arreglado.  

El totalitario va a bendecir la revuelta que él se está encargando de prender porque sentenciará que el pueblo ha sido traicionado en sus ansias de cambio por un pacto entre plutócratas (GC).  

Y sólo parará el motín o por la fuerza o cuando le den la razón por la fuerza, esto es, III República y democracia chavista-madurista.

Su plan es una copia del ejecutado por la izquierda en 1931 que, a resultas de las elecciones municipales del 12 de abril que terminaron en empate entre republicanos y monárquicos, liquidó la Monarquía de Alfonso XIII e instauró la II República.   

Hasta aquí el plan de Leniglesias.

Es obvio que cabe la legítima defensa contra el golpe de fuerza que la falange chavista-madurista se apresta a dar, pues llevan años ideándolo, financiándose, madurándolo.

La más inteligente y eficaz para el país sería que los partidos nacionales arrebaten a Podemos el argumento de la ineludible necesidad de renovación de nuestro sistema político.

Y para eso la consigna está clara: "Gran Coalición sí, otra Constitución también".

Ésta sería la fórmula para desactivar el argumento de que la Gran Coalición es un expediente del IBEX 35 para proteger sus fortunas, que será otro de los lemas podemitas.  

"Gran Coalición sí, otra Constitución también" dejaría sin motivos al frente chavista-madurista para reventar el orden, pues ya no podrían monopolizar la añorada regeneración.

Ahora bien, ¿quién podría hacer creíble la Gran Coalición y el proceso constituyente?

¿El PSOE de Sánchez?, ¿el PP de Rajoy?

No hay otro que Rivera.

A día de hoy, Rivera es el único hombre capaz de hacer verosímil al pueblo el apoyo desinteresado a la Gran Coalición como fórmula de estabilidad mientras se edifica otro sistema político.    

Sobre esto ya se escribió en junio del presente, pero es lógico que Dº Albert tuviese cosas más importantes que hacer que atender a un escritor político aficionado.  http://elunicoparaisoeselfiscal.blogspot.com.es/2015/06/la-decision-de-cs.html

El tiempo se le acaba. Ya ha perdido una oportunidad y quizás ésta sea la última.

O negocia de inmediato con PP-PSOE la apertura de un proceso constituyente a cambio de su apoyo a la Gran Coalición, o morirá anegado por el golpe de fuerza que prepara minuciosamente la quinta columna de los "nacionalistas extranjeros" a la que tantas veces se refirió Léon Blum.


Nota político-castrense.
Dado que el ex general Rodríguez no obtuvo puesto en el Congreso de los Diputados, parece que su partido le está buscando acomodo en el mismo por el democrático modo de que el diputado que sí logró escaño ceda su puesto al antiguo militar.  
El caso pone en evidencia por enésima vez que el diputado saliente, al que le están buscando otro puesto remunerado, es imposible que represente a los ciudadanos que votaron a Podemos, pues es el aparato dirigente del partido el que ordena quién entra y cuándo lo deja.  
La otra enseñanza es que el señor Rodríguez cumple para la falange chavista-madurista una función similar a la que tuvo el general Sanjurjo con motivo de la liquidación de la Monarquía y su sustitución por la II República, esto es, tranquilizar a sus compañeros de armas si eventualmente Leniglesias toma el poder bien mediante las elecciones bien mediante un golpe de fuerza. 
Están preparados para cualquier posibilidad.
Y si tienen alguna opción de ganar no la desaprovecharán.  


Nota de 3 de febrero de 2016.
Parece que Podemos tiene listo su sindicato. 
Apuesto que emergerá en cuanto se confirme que "Leniglesias" no tiene sitio en el próximo Gobierno. 
En ese caso la revuelta con todo, incluidos los centros de trabajo, será inevitable.



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martes, 15 de diciembre de 2015

En qué se parecen Mas y Rajoy


Cataluña supone un experimento con todo, sobre el futuro más próximo de Europa. 

La situación del pequeño territorio español es también la de España entera, la de Grecia de Tsipras, la de Portugal. Pero incluso la misma que la de Francia y su Frente Nacional.

La primera característica del momento político es la ausencia de rumbo, pues nadie sabe adónde vamos.

Para comprobarlo echemos un vistazo a este pequeño vídeo donde Artur Mas, el presunto caudillo del independentismo catalán, balbucea pleno de estupor ante las sencillas preguntas sobre el futuro inmediato  de un periodista amigo.

¿Un hombre con el rostro que se le queda a Mas ante una dificultad menor  acaso puede llevar a su dizque país a algún sitio?

Mas (y Tsipras y Hollande) creen que gobiernan. Pero en realidad el Gobierno de tantos países de Europa le preside El Desconcierto. 

¿Y por qué?

¿Por qué Mas es Rajoy, que es Tsipras, que es Hollande, que es...?

Entre otras razones, la principal sería su incapacidad para neutralizar el "juego del gallina", esa macabra diversión consistente en ver quién de los pilotos en una carrera frena más tarde ante la inminencia del abismo. *

En los sistemas políticos basados en la competencia electoral la escurridiza regla de oro es "el juego del gallina"esto es, el ganador es el que ante la certeza del precipicio niega el riesgo y se sigue comportando de manera irresponsable.

¿Pero por qué esa poco menos que secreta regla es la que impone su ley a Europa? 

El "juego del gallina" sólo es posible en un sistema económico donde la riqueza de la mayoría no proviene de la propiedad individual o de su trabajo remunerado, sino de la posesión o el disfrute de una carta de servicios ofrecidos por una organización política.

Cuando el bienestar no depende de cada uno sino que consiste en tener derechos sociales y económicos reconocidos por la ley y presuntamente garantizados por los poderes públicos (a la educación, a la vivienda, a la salud, al trabajo, a las pensiones,  incluso al medio ambiente), el político que gana es el que ofrece ampliar el menú, aunque el restaurante amenace ruina.

Si amplísimas capas de la población viven directa o indirectamente de algún presupuesto político (funcionarios, clientes de las administraciones públicas) y el trabajo asalariado no permite superar el umbral de la pobreza, la provisión de servicios públicos se convierte en la forma más rápida de pasar de la indigencia a la riqueza sin solución de continuidad.

Así, la política deja de ser el arte de garantizar la seguridad de los particulares sin interferir más que lo justo en el desenvolvimiento de sus vidas, para convertirse en "la cosa de comer". Y como con las cosas de comer no caben las bromas se impone "el juego del gallina", esto es, el pueblo decide que quien tiene que dirigir la máquina de fabricar riqueza es el que proclame a voz en grito que el aparato no se agotará jamás, que el artilugio siempre proveerá, aunque sólo Dios sepa cómo.

Bajo este espíritu de la época el compromiso político no es una elección sino una forma de ganarse el sustento.

Hacer escraches al enemigo político que advierta de los riesgos de la demagogia, impedir desahucios, solicitar que sólo paguen impuestos los demás..., deja de ser una posibilidad para trocar en una necesidad vital.

¿Qué puede hacer un Gobierno ante el "juego del gallina"?

¿Disputar la partida siendo cada vez más irresponsable o perderla de antemano?

¿Cabe otra cosa que no sea  ganar (demagogia) o perder (prudencia)? 

El dilema del "juego del gallina" es el que atenaza y une en la misma tragedia a Mas con Rajoy, y a Rajoy con el resto de homólogos europeos sean de izquierda, de derecha o del Partido Animalista.   

Todos hacen penitencia por el mismo pecado.

Rajoy pierde la partida del "juego del gallina" con Mas porque éste ofrece a los catalanes el paraíso vía la independencia, y Mas pierde su partida del dichoso juego con las CUP porque el paraíso catalán no será tal si no es socialista.

Pero el juego, ¡oh divina trampa! no termina nunca, sólo descansa.

Así, la facción de las CUP que pactarán la investidura de Mas serán superadas por otra célula más radical de las CUP que se negarán a apoyar a Mas por ser un fascista catalán. Y vuelta a empezar.

En realidad el "juego del gallina" es un milenarismo, pues sólo caben dos alternativas: el paraíso o la muerte, y si tiene que ser ésta, ¿a quién le importa lo que ocurra cuando todos estemos muertos?

Mas, Rajoy, Hollande, Tsipras, participando y alimentando un juego que en realidad nadie puede ganar porque su esencia consiste, repetimos, en que no acaba jamás.

La política está "engallinada", quien la "desengallinará", el "desengallinador" que la "desengalline", buen Presidente será.


* Juego del gallina: Comprenderán al instante a lo que me refiero si recuerdan a James Dean en “Rebelde sin causa” celebrar con otro joven una carrera de coches en dirección al vacío de un acantilado. El motivo de la disputa era acreditar quién era el más valiente, y el ganador resultaba ser quien frenaba más tarde, el último que se arrojaba del coche justo al límite del precipicio. El que tomaba antes la prudente decisión de parar era el perdedor, "el gallina”.


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lunes, 7 de diciembre de 2015

Democracia, Edad Media y debates electorales


Quien tenga el gusto de sentarse esta noche frente al televisor para ver discutir a tres candidatos a Presidente de Gobierno y una aspirante a la Vicepresidencia tendrá la ocasión de retroceder a la Edad Media.

Dicen que se trata de un debate electoral, pero en realidad se van a representar dos desafíos simultáneos.

Los tres hombres interpelarán a la señora acerca de lo siguiente: ¿se atreve a negar que su partido y su Gobierno han mentido a los españoles durante cuatro años?

A lo que la vicepresidenta responderá con este reto: ¿son ustedes capaces de demostrar que no son más mentirosos y mucho peores que nosotros?

El carácter medieval del evento no se encuentra tanto en el duelo como en que en el mismo no habrá forma de dirimir quién dice la verdad, entendida como correspondencia entre significante y significado con los hechos de la experiencia.

No existe un procedimiento del cual pueda emanar algo parecido a un dictamen de veracidad, pues todo consiste en ver a cuál de los contendientes el pueblo le da la razón, aunque a quien se le otorgue diga que está lloviendo aunque haga sol.  

Quizás ustedes me pregunten si acaso no tendrá razón el que diga la verdad.

¿Cómo saberlo si no hay un método para decirla y sancionarla?

Ante esa ausencia de alguna forma de testimonio neutral que decida acerca de la certeza de lo que se dice, la cuestión se plantea exactamente al revés: la naturaleza feudal de los debates electorales reside en que el depositario de la verdad, el titular de la misma, es el que gana, aunque no haya parado de mentir.

¿Y de qué depende la victoria, entonces, si no es de probar la exactitud de lo que se argumenta?

En primer lugar, de aceptar la lucha cuerpo a cuerpo.
Rajoy ha sido declarado inhábil por Rivera para convertirse en Presidente por el mero hecho de renunciar al combate televisado con él.
En la era donde la fábrica está en la "nube" para que los asalariados puedan cumplir su función sin necesidad de compartir o enfrentar a compañeros y clientes, Rivera viene buscando pelea.

Luego hay que conjugar debidamente las palabras mágicas de la tribu: "todo para el pueblo", "los ricos deben pagar más", "el Estado de Bienestar es intocable", "stops desahucios", bla, bla, bla.
Quien no pronuncie la letanía completa y sin errores perderá, pues un tropiezo en la declamación de los mitos será prueba suficiente de ineptitud.  

Y por último, de los argumentos de autoridad. Todos valen. Aunque unos más que otros.
Desde un Marx que pondría el grito en el cielo si escuchara a los que pronuncian su nombre en vano, hasta "el centro" que nunca se sabe dónde está. Desde "salvaguardar los éxitos obtenidos" a los "cientos de años de honradez" (y cuarenta de vacaciones, que dejó dicho por los siglos de los siglos Dº Ramón Tamames).
También sirve haber sido Registrador de la Propiedad u organizador de escraches. Cualquier cosa es susceptible de cotizar en el azaroso mercado electoral.

Las consecuencias de que la competencia política esté basada en el ganar y no en la verdad tiene importantes efectos.

Quizás el principal es que la ausencia de un protocolo objetivo que verifique cuándo, por qué y para qué un político ha mentido impide el escrutinio del triunfador.
Y si no hay modo de demostrar quién faltó a la verdad jamás se puede acusar a nadie de no ser sincero.
Es por eso que al Presidente de Gobierno jamás se le pueda destituir por infracción del deber de no mentir, y paradójicamente es por ello por lo que no acostumbra a ser veraz a sabiendas de que da igual.  

El juego político contemporáneo se terminaría resolviendo en la costumbre medieval de las ordalías o Juicio de Dios, donde Dios es la opinión pública que otorga al vencedor los laureles de honrado y franco, a pesar de no tener otra virtud que la de ser el campeón de una batalla donde la verdad (el ajuste de lo que se dice a los hechos o a la lógica) no es el objeto de la misma.  

Por todo lo expuesto cabe pensar que la única actividad que conserva residuos netamente feudales en la racionalista era Google es la política llamada democrática. Y a pesar de ello mantiene su prestigio. O quizás precisamente por eso. 

Ahora ya sabemos lo que podemos esperar del celebrado debate. 

¡Ojalá sea breve! 

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lunes, 30 de noviembre de 2015

A Sócrates le daba vergüenza hacer de Pinocho


Poco antes de comenzar la campaña electoral para las elecciones generales del 20 de diciembre, los líderes de los nuevos partidos consideran que el hecho de que el candidato del Partido Popular no quiera discutir públicamente con ellos le desacredita de antemano para dirigir el país.

"Nadie se imagina a un presidente del Gobierno del siglo XXI escondiéndose de un debate", ha dicho Albert Rivera.

¿Es esto cierto?

En realidad Rajoy mantendrá un cara a cara con el dizque líder del PSOE.

¿Pero cuál es el motivo por el que se niega a sostener un duelo a cuatro con Sánchez, Rivera e Iglesias?

¿Por conveniencia electoral, por miedo a los rivales, porque tiene muchas cosas que hacer?, ¿quizás porque es más feo y más viejo que el galán Albert?

Es posible que un poco de todo.

Sin embargo, existe una causa que no he escuchado decir y creo que juega un papel importante en su decisión: la vergüenza que le provoca tener que mentir delante de millones de telespectadores una vez más, pues en mentir a destajo consiste un debate electoral. 
  
No quiero que se queden con la impresión de que quiero comparar a Rajoy con Sócrates, el cual consideraba que no valía la pena hablar más que si se quería decir la verdad. En ningún caso.

Pero conviene no olvidar que una charla entre políticos a pocas fechas de dilucidarse quién gobernará España los próximos cuatro años es una sucesión de discursos donde expresarse con franqueza no está entre los objetivos de los intervinientes.

Si los sofistas nos enseñaron que cualquier discusión, lejos de buscar la verdad, supone confrontar distintas estrategias con el único fin de alzarse con el triunfo en el duelo retórico, en un debate electoral la utilización del discurso como medio de lograr el poder alcanza el paroxismo.  

Ahora bien, la cara amable de la victoria tiene como reverso la derrota, pues quien se atreve a competir dialogando corre el riesgo de perder.

¿Y quién puede asumir la eventualidad de un fracaso por el mero hecho de "meter la pata" ante millones de televidentes?

El que sabe que sus probabilidades de ganar se acercan a cero.

Discurso como herramienta para alcanzar el poder y escasas esperanzas de obtenerlo. Resultado: mentir y mentir, no parar de engañar desde el primer segundo hasta el último, incluyendo las pausas para introducir la publicidad.

En ese ruedo es obvio que el candidato que parte como favorito no quiera torear.

¿Acaso podría contrarrestar las mentiras con su verdad, con su trocito de verdad?

Rajoy podría demostrar que el economista jefe de C´s, Garicano, es un tonto en dos o tres idiomas http://elunicoparaisoeselfiscal.blogspot.com.es/2013/02/del-capitalismo-al-politicalismo.html, que luego del 20-D los escraches volverán de la mano de Podemos, que será inevitable llevar más soldados a África, que espera atentados de ISIS, etc.

¿Pero a quién le importa la verdad cuando uno de tus adversarios es un vendedor de crecepelos que hace gala de su magnífica coleta o un catalán que dice saber cómo acabar con el insoluble problema catalán?

La mentira sólo puede ser neutralizada con una patraña mayor, más verosímil.

Estoy seguro que las huestes de Rajoy le tienen preparado un carro de mentiras, pero ya no le quedan redaños para formularlas en público y mirarse al espejo, entre otras cosas porque los embustes tienen existencia física y dejan huella indeleble, te persiguen.

No, un político con pasado que aspire a tener futuro no debe participar en una competición de trolas. Por respeto a sí mismo y porque en esa batalla el más Pinocho de todos es el que gana.  

Al fin y al cabo la famosa marioneta de madera no deja de ser cosa de niños, y aunque nada impide que un político quiera consolidar su carrera haciendo niñerías (a las pruebas me remito), a un Presidente de Gobierno se entiende que le dé vergüenza cometerlas, aunque sea en el breve plazo de una campaña electoral. 

Quien le anime a librarse del pudor es un espía a sueldo de Dº Pedro J. 


UNA VERDAD
Aún no había colgado el artículo en la red cuando me entero que el nacionalista extranjero Pablo Iglesias acaba de decir en TV, dónde si no, que Podemos es el "partido que mejor puede garantizar la unidad de España".
Sirva la anterior charlotada para entender por qué Sócrates nunca aceptó hacerse pasar por Pinocho, aunque éste es garantía de victoria en "prime time" sin necesidad de bajarse del autobús.


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martes, 10 de noviembre de 2015

Crear otro Estado siempre será ilegal.


Cuando todavía el sóviet-Parlament no ha sido disuelto por la autoridad competente, hay una falacia que quedará desbaratada en cuanto aquél sea liquidado. 

La falacia es la siguiente: "de todo se puede discutir, la Constitución admite todo mediante su reforma".

¿Después de que se frustre el sueño de la República catalana se podrá seguir diciendo que en España, políticamente hablando, todo vale, que el independentismo estatista es legal?

Evidentemente, no, pues a las pruebas me remito.

Y echando mi cuarto a espadas, conste que me alegro de no tener que contemplar cómo nace otro Estado Caníbal. 

¿Pero se sacarán las debidas conclusiones del desmentido de la falacia, esto es, la ilegalización de todos los partidos independentistas?

El golpe de Estado de la falange xenófoba catalana está teniendo ya una virtualidad incontestable: definir los límites del juego político.

El motín tendrá efectos de larga duración que ya se están desplegando. Quizás el más importante sea la evidente ilegalidad, "de facto" o de "iure", no sólo de las agrupaciones partidistas, sino de cualquier actividad política que tenga como fin la secesión para constituir otro Estado.

Parece lógico que partidos como el PNV o el BNG, si quieren seguir siendo legales, no podrán proclamar en sus estatutos que su aspiración es separarse de España y crear el Estado Vasco o el Galaico.

¿Pero qué hacer con las plataformas que boicotean los productos del resto de España en sus territorios o con las que piden la inscripción de sus selecciones de balompié en la FIFA?, ¿acaso sus objetivos últimos son legales?

No creo que tenga demasiado interés político elucidar cómo caerá el soviet-Parlament, pues por supuesto que lo hará por la fuerza.

Ahora bien, lo que sí resulta apasionante es comprobar qué ocurrirá el día después de la hecatombe de los golpistas.  

El último reducto de éstos y de los tontos útiles que les sirven de palmeros será la demanda de una consulta popular, el referéndum para votar la independencia.  

Esa será la falacia que sustituirá a la del "todos caben en la Constitución", que está a punto de claudicar.

Ese será el postrer quiebro argumental que tratará de evitar que se saque la lógica consecuencia del fracaso del motín: la proscripción de toda actividad política secesionista con fines estatales.

¿Pero para qué un plebiscito en un territorio del país al objeto de que una parte pueda decidir la división de España para crear un nuevo Estado, si el caso de Cataluña pondrá negro sobre blanco que ello es ilegal?

Por eso, quien desde cualquier foro o posición defienda una consulta de tales características no habrá duda: ése será el traidor.


Coda sobre amistosas oportunidades

Un alegre muchacho de "Junts pel Sí", a la sazón diputado autonómico en el sóviet-Parlament, se jactaba el otro día en una televisión que se querían independizar de España "desde la amistad" a los españoles.

Parece ser, entonces, que los catalanes que no se quieren separar de la que sienten como su patria no son ni catalanes ni españoles, quizás daños colaterales, pues a ese nutrido grupo de población los secesionistas no les ofrecen cariño, sino de forma explícita el exilio.  

Pero sigamos. El entrañable amigo incorporó al debate una solidaria y altruista idea: el golpe de Estado de la falange racista era una oportunidad para que "España hiciese los deberes que tiene pendientes". 

Sí, sí, sí. Tengo que reconocer que en ese apartado el diputado cariñoso llevaba toda la razón. 

De la misma forma que un terremoto es una oportunidad para acabar con la "burbuja" inmobiliaria liquidando en un plisplás el surtido de viviendas que nadie quiere, o la implantación de la "sharia" el momento para evitar que siguiésemos devorando la perversa chacina que tanto cáncer nos provoca, (OMS dixit), qué duda cabe que una amistosa rebelión xenófoba en Cataluña es el acontecimiento que los españoles llevamos, qué digo decenios, ¡siglos! esperando para ponernos al corriente de nuestras obligaciones demasiado tiempo preteridas. 

Gracias hermano catalán e hijo putativo de Pujol, gracias por tus desvelos regeneracionistas para con los demás que tu padre político jamás tuvo para él y su grey. 

Se me llena la boca de darte gracias porque sin vosotros, sin muchos como tú que han llevado el espíritu de secta hasta el paroxismo, por fin haremos lo que tanto tiempo venimos anhelando, esto es, acabar, con todo cariño, con vuestra actividad excluyente; neutralizar, por supuesto desde la amistad, el odio a lo español.

¡Ojalá no desaprovechemos la ocasión que graciosamente habéis tenido a bien concedernos!

¡Que tus ojos lo vean!

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miércoles, 28 de octubre de 2015

Allende resucita en Barcelona como farsa


Andan mis compatriotas soliviantados por la que dicen inactividad del Gobierno respecto al  llamado golpe de Estado de la falange racista catalana.

Luego de la propuesta de resolución de independencia presentada por las CUP y Junts pel Sí en el Parlamento de Cataluña la ansiedad empieza a surgir.

¿Hay razones?

Si las hay no debería ser por la supuesta dejadez de funciones del Gobierno.

Es obvio que la culpa de lo que ocurre la tiene el actual Gabinete y todos los habidos desde que se promulgó la vigente Constitución.

Pero también estoy seguro que el Estado actuará para neutralizar a los facciosos por una cuestión de supervivencia.

Por tanto, el fin de la película no es el problema, pues la derrota de los amotinados está más que cantada.

La única incógnita de la ecuación es saber cómo se desarrollará la farsa.

Si su desenlace no admite dudas, los intérpretes y el escenario tampoco.

Los protagonistas son los que nadie esperaba, y sin embargo, sólo podían ser ellos, esto es, los exaltados.

El juguete roto Mas ha desaparecido.

Después de las últimas elecciones autonómicas donde la lista del hasta ayer partisano jefe Artur http://elunicoparaisoeselfiscal.blogspot.com.es/2015/07/el-partisano-mas.html no obtuvo mayoría absoluta, la opinión publicada se devanaba los sesos pensando qué haría para lograr el apoyo de las CUP a su investidura.

Es obvio que las CUP se han reído del corrupto Mas durante varias semanas, pues los antisistema jamás estuvieron dispuestos a delegar la dirección del proceso en un Presidente de la Generalitat.  

Esto nos da pie para introducir el escenario.  

La farsa tendrá lugar en el Parlament convertido en un soviet.

La propuesta de resolución de independencia se resume en seis palabras: todo el poder para el soviet.

Si contamos con los protagonistas (las CUP y los compañeros de viaje de Junts pel Sí), con el escenario (el soviet-Parlament) y sabemos el desenlace (el fracaso del golpe de Estado), todo se reduce a lo siguiente: cómo desactivar un soviet en el s. XXI en un país de la Unión Europea.

El objetivo de quien ostente la dirección intelectual de las CUP no es la quimérica independencia de Cataluña, sino convertir el Parlament en el Palacio de la Moneda del Chile de Allende.

Cuando vi ayer la rueda de prensa de tres parlamentarios autonómicos de las CUP balbuceando los motivos (?) por los que habían presentado la propuesta de resolución de independencia no tuve la menor duda: el jefe de la banda (ignoro si es Fernández o Baños) cifra su victoria personal en el martirologio de los suyos, pobres diablos que no saben, políticamente hablando, ni dónde tienen la mano derecha.

La posibilidad de resucitar a Salvador Allende en el Parlament de Cataluña más de cuarenta años después de su muerte, resulta una oportunidad única de pasar a la historia con otra gigantesca derrota que una célula fanática de izquierdas no desaprovechará.

En realidad el problema del Estado se reduce a esto: cómo liquidar el soviet-Parlament con el menor coste.

Naturalmente los ocupantes no lo desalojarán de forma voluntaria y cada día que estén dentro será un triunfo para ellos.

Además, cuanto más tiempo dure la farsa más apoyos exteriores recibirán.

Ya estoy viendo manifestaciones convocadas en la capital del Reino, incluso en París y en Londres, en apoyo a los amotinados en el Parlament.

Si en Moncloa residiese Putin, el hombre que usa la fuerza como primer recurso, ni siquiera me habría molestado en escribir el presente artículo.

Sin embargo, ¿está dispuesto Mariano Rajoy a acabar con el soviet en brevísimo plazo?, ¿tendrá el valor de sacar uno a uno a los golpistas?, ¿asumirá la responsabilidad de romper la decoración del soviet-Parlament y que luego le denuncien los sediciosos y sus amigos en los Tribunales españoles e internacionales?

Mientras los españoles viven en un ¡ay! por si un pelotón enajenado rompe el país, al Presidente del Gobierno, que conoce el final, sólo le preocupa una cosa: cómo vaciar el soviet-Parlament.

Marx dejó dicho que la historia se repite dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa.


¡Quién nos iba a decir que tendríamos que contemplar la farsa, la patética farsa de ver la reaparición de Salvador Allende en Barcelona!

@elunicparaiso

domingo, 18 de octubre de 2015

Zelig y la Zona Zero (II)


Habíamos dejado el artículo anterior considerando la reforma constitucional como un punto zero, las vitales píldoras de energía existentes en el universo ficticio de "Stargate", https://es.wikipedia.org/wiki/ZPM  en tanto en cuanto activan sistemas esenciales para la vida humana. 

¿Necesita España un punto zero?

Los puntos zero cumplen con la segunda ley de la termodinámica, esto es, la cantidad de desorden del universo tiende a incrementarse en el tiempo. Es decir, los puntos zero se agotan en su punto de máxima entropía y no pueden recargarse, por lo que devienen en objetos inútiles.  

La Constitución Española de 1978, dice el PSOE, fue en su día un punto zero, pero parece que ya ha dejado de serlo, lo que la convierte en inservible. 

Si la Carta Magna exangüe constituyó en su momento una energía esencial que galvanizó a España para que no se oxidara, proclamemos otra, ahora que la roña nos invade -piensa Zelig Sánchez-.

Lo que no debe olvidar el líder del PSOE y sus colaboradores  es que los puntos zero pueden ser terriblemente destructores si no se saben usar.

Llegados hasta aquí, vitaminados con la presunta energía del proceso constituyente, existen dos palabras que nos ayudarán a continuar.

Conciencia y elocuencia.

La conciencia es la convicción generalizada que el actual régimen o situación política terminó porque el desorden reina. Pero también la certeza de que debemos hacer tabla rasa, borrón y cuenta nueva, alcanzar lo que llamo la Zona Zero.

La elocuencia es lo que nos falta, pues si la Zona Zero es el destino, cómo explicarlo, quién será capaz de demostrar su inevitabilidad.

Podría hacerse mediante un acto unilateral de una persona dotada de toda la legitimidad, a la manera en que el general De Gaulle proclamó la V República Francesa.

No, en España no hay generales ni se les espera. Ni tampoco individuos o movimientos que atesoren suficiente legitimidad. "Podemos" la tuvo. Pero el supino analfabetismo político de sus líderes fue incapaz de convertir su "auctoritas" en"potestas".

Aquí se pondrá el contador a cero por el expediente de formalizar y santificar otra Constitución.  
Ésta, de forma premeditada o por la fuerza de los hechos y los intereses, contemplará dos partes indisolubles con dos caras: la A y la B. Y ya sabemos en España que la B es la que importa.

La primera, que no me interesa hoy, supondrá el cambio de orden institucional.

La segunda será una Ley de Punto Final, una Ley de Justicia Transicional que dará carpetazo a los procedimientos judiciales en curso y a los por venir, ERES y Gurtel, Púnica y Pujol, S.L., caso Infanta y familia...

¿Es inevitable pasar página?

Sí, por una sencilla razón: porque gobernará, con algunas excepciones, la misma oligarquía cuyos miembros (una parte) serán liberados de sus responsabilidades penales. 

No deberían indignarse por ello, pues se trata de una cuestión que está ínsita en la naturaleza de las cosas.

¿Acaso se enojan cuando diluvia?

Pues que otra clase política extraída de la actual vuelva a dirigir el país es tan evidente como la lluvia en otoño.

¿Entonces para qué cambiar si todo va a seguir igual? -me preguntarán-.

Por la misma razón por la que todos los días se ducha al levantarse aunque a las pocas horas ya esté sucio: pura higiene.

Ahora bien, esta seguridad de que la necesaria limpieza no nos libra de la mugre, pues sólo la desplaza momentáneamente de sitio hasta que vuelve a aparecer, es lo que exigirá olvidar en aras de la estabilidad política.

Acudamos a la historia más reciente de Italia para entender el porqué.

La Italia pos "Mani Pulite", el proceso de regeneración política del país transalpino, llevó al poder a Berlusconi.

Paradójicamente, después de un proceso que tenía como objetivo limpiar la corrupción se alzó con el poder, por supuesto de forma democrática, el gran corruptor, el corruptor a la enésima potencia.

¿Quién pensó que a "Mani Pulite" le seguiría Dº Silvio, ex "el Cavaliere"?
Salvo algunos ciudadanos aficionados a la lectura de Robert Michels, nadie.

La consecuencia de pensar que el nuevo periodo tendría que ser realmente nuevo y sin mácula, que la limpieza sería definitiva, fue la persecución penal del tres veces Presidente del Consejo de Ministros entre 1994 y 2011, lo que hizo tambalear y condujo al descrédito al sistema de gobierno que surgió luego de las exequias del Partido Socialista de Craxi y la Democracia Cristina de Andreotti.

De hecho, desde los primeros años noventa del siglo pasado hasta 2013 con la condena por fraude fiscal de Berlusconi, Italia vivió en un ¡ay!

¡Veinte años de zozobra política que hizo necesario hasta un Gobierno de técnicos presidido por Monti e impuesto por Bruselas, para sostener la República y conseguir una triste pena de prisión de cuatro años para el septuagenario "Papi" por delito fiscal!

¿No es suficiente el ejemplo de lo ocurrido en Italia para demostrar que sin una ley de impunidad la regeneración prolongará el padecimiento, pues la cara A de la nueva Constitución quedará congelada mientras el país mire al pasado de sus nuevos-viejos gobernantes?

Sí, Pedro "Zelig" Sánchez quiere reformar la Constitución, pero lo que no se imagina es que éste punto zero trae debajo del brazo, casi de matute, un proceso destructor que pondrá fin a la llamada Transición pero no con el clásico "The end", sino con el casi rosselliniano "España, Zona Zero", que viene a significar en gramática parda ¡todos a la calle!  

¡Políticos a la zona de salida!

¡El show debe continuar!


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domingo, 11 de octubre de 2015

Zelig y la Zona Zero (I)

Si Magritte pintó una pipa y tituló el cuadro "Esto no es una pipa", yo me atrevo a decir que Pedro Sánchez no es Pedro Sánchez, sino Leonard Zelig, el protagonista de la película del mismo nombre creada por Woody Allen.  

El signo distintivo de Zelig era su potencial camaleónico, esto es, si visitaba a un chino se convertía "ipso facto" en más chino que el propio oriental, y si frecuentaba a un negro se volvía afroamericano en un abrir y cerrar de ojos.

Sánchez tiene esa mágica característica de simpatizar con el ecosistema político que cada día toque, hasta el punto de convertirse en uno más de la grey local.  

Es un honorable catalán en Cataluña, vasco vasco en el País Vasco, el izquierdista que no se atreve a condenar el chavismo cuando se acerca a Podemos, el centro central si tiene que hablar de C´s y el españolazo con la bandera más grande cuando es menester.

Pedro "Zelig" Sánchez es todo y todos, incluso su propio yo, Pedro Sánchez socialista o socialdemócrata, aunque éste papel le represente de manera esporádica y con creciente disgusto por lo rutinario de los guiones.   

De la misma forma que por distintas vicisitudes Leonard Zelig recupera por un momento su identidad y deja de mimetizarse con el medio, Pedro Sánchez asume su auténtica personalidad en breves lapsus temporales que suelen coincidir con el trance en que tiene que poner orden en su partido.
Ahí Sánchez demuestra lo que es, un auténtico socialista, ¿pues acaso hay algo más socialista que las purgas entre su militancia?  

Si queremos ser sinceros, Sánchez ejerce de socialista no sólo cuando depura a los camaradas, sino también cuando quiere poner distancia con su hermano oligarca, el Partido Popular.

Y es que si para Leonard Zelig es el amor el que rescata su personalidad, en política nada como la enemistad de los suyos o de los otros para devolver al político al mundo real.

No obstante, esas ordalías sectarias son una pesada carga para Sánchez, no tanto porque alguna vez fue compañero de viaje de los socialistas represaliados, ni porque los proclamados enemigos ideológicos del PP sean en realidad socios de un exitoso sindicato de intereses; sino porque la responsabilidad de asumir que es Secretario General del aburrido, viejo y corrupto Partido Socialista Obrero Español resulta un fardo demasiado oneroso para un hombre que aspira a caerle simpático a un país entero. 

Evidentemente no. Nuestro hombre sólo concibe un plan: olvidarse de Pedro Sánchez y retornar a Pedro Zelig. 
   
¿Pero cómo lograrlo? ¿De qué manera consigue, sin provocar demasiada hilaridad, entender los lunes el ignoto hecho diferencial catalán, los martes aparecer como el socio privilegiado del PNV, los miércoles lucir la coleta de la extrema izquierda, los jueves interiorizar los principios del centro progresista y los viernes, sábados y domingos enfundarse la enseña nacional?

La respuesta está a la altura del pedestre Sánchez: sacando a colación la reforma constitucional a todas horas.
  
La enmienda de la Carta Magna es el disfraz multiusos que le faculta para mimetizarse con sus enemigos declarados.   

Lo que no sabe Zelig Sánchez, el socialista que vive camuflándose porque lamenta tener que serlo, es que su reforma constitucional depara un efecto quizás no previsto por él y los suyos: será un catalizador desconcertante, la fuente de energía del universo ficticio de Stargate, el medio imprescindible para que España logre alcanzar un estado que definiré como la Zona Zero.

Si no se imaginan el significado político de esta Zona Zero tendrán que esperar al próximo artículo de la serie. 

@elunicparaiso

domingo, 27 de septiembre de 2015

Paz imposible, independencia improbable, problema insoluble.



Aunque en el momento en que escribo los catalanes aún votan, casi todo el mundo se pregunta ya qué pasará el día después. 

Dado que en España no hay un pensador como Raymond Aron no nos queda otro remedio que parafrasearle.  

El genial francés, a cuenta de la guerra fría entre USA y la URSS dejó dicho: "paz imposible, guerra improbable". 

Pues bien, para el caso catalán me atrevo a pronosticar paz imposible, independencia improbable, problema insoluble.

Considero la paz imposible porque, debido al abandono de sus funciones por parte de los Gobiernos Centrales de España, para alcanzar mañana la paz en Cataluña alguien tendría que inventar una vacuna contra el síndrome de Estocolmo, y esto no está al alcance ni de Santo Google, que ya es mucho decir.

En cuanto a "independencia improbable", me baso en que "los Margallo", amplísima familia española con miembros tanto a derecha como izquierda de la clase política patria, ya se las arreglarán para encajar a base de dinero el "hecho diferencial catalán" en la Constitución, aunque el famoso a fuer de enigmático "hecho diferencial catalán" es como las armas de destrucción masiva de Irak, que todo el mundo sabía que existían menos los iraquíes (Boadella dixit).  

Para ayudar al "encaje del hecho diferencial" a fuerza de billetes del Banco Central Europeo, es decir, a su costa, querido lector, el Gobierno ha preparado una reforma del Tribunal Constitucional que será aplicada con todo rigor a funcionarios-partisanos de segundo orden de la nomenclatura catalana, los cuales quedarán sin empleo y sueldo por ver si escarmientan en cabeza ajena los prebostes de la Generalidad.   

La suma de paz imposible e independencia improbable ofrece como resultado un problema insoluble. 

Ahora bien, si no se cumpliera el diagnóstico de "independencia improbable" y se consumara la secesión apuesto por la experiencia de la historia, esto es, los españoles de Cataluña constituirán un movimiento de liberación nacional, el Frente de Liberación Charnego (FLCh).
En esencia consistiría en hacer lo mismo que ha hecho CiU (sin el impuesto revolucionario del 3%) desde los años 80 del siglo pasado, pero al revés: partisanismo político (incumplimiento selectivo de la ley, vigoroso compromiso político y penetración en todos órganos de la vida social y política del Estat Català). 
Obviamente esto supondrá el eterno retorno de lo mismo, o en términos castizos, vuelta la burra al trigo. 

Pero no, en España la navaja de Ockham (si comparas a un catalán con otro español y no puedes diferenciarles es que no existe hecho diferencia catalán) no es un principio científico que manejen "los Margallo". 

Aquí lo que se lleva es la política de chafarrinón.

No obstante, no debemos perder la esperanza.
Si Beckett esperaba a Godot, nosotros también podemos esperar a que San Google dé con la fórmula magistral de la vacuna que disuelva el problema antes que el síndrome descubierto en Suecia nos conduzca a la paz, sí, pero a la paz celestial.


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domingo, 13 de septiembre de 2015

Deconstruyendo la negociación de los Margallo



Pocas horas antes del inicio de la campaña electoral de las elecciones autonómicas catalanas el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, defendió la reforma de la Constitución para encajar "el hecho catalán" como solución a las reivindicaciones secesionistas.

"Después del 27 de septiembre habrá que hablar, pero vamos a hablar con buena voluntad, discutiendo lo que es posible y lo que no es posible". 

"Encajar el hecho catalán en términos constitucionales en la realidad hispánica" requeriría primero garantizar que existe "un consenso suficiente" en torno a que no habrá "ruptura" y que las modificaciones se canalizarán "por los procedimientos establecidos" en la Carta Magna".

La exposición de Margallo (reforma constitucional, diálogo) refleja el desconocimiento del significado de la política partisana que dirige el inefable Mas, 
http://elunicoparaisoeselfiscal.blogspot.com.es/2015/07/el-partisano-mas.html el cual ha rechazado de plano la vía Margallo de solución al conflicto.

Así, a las pocas horas de las declaraciones del ministro, el todavía Honorable ha aprovechado el discurso institucional de la Diada para reclamar a los ciudadanos que "asuman la decisión de la mayoría" que surja de las elecciones autonómicas del 27 de septiembre, y que a partir del 28 "la concordia y la voluntad de ser un solo pueblo guíe a los catalanes". 

Pero por si acaso los ciudadanos no aceptan lo que les diga la mayoría de Mas (por ejemplo, suicidarse) sus satélites, al día siguiente de la Diada, ya plantean públicamente dar amparo a actos de desobediencia civil para imponerla aunque se caiga el cielo. 

Cómo se puede comprobar, al diálogo que ofrece Margallo, Mas contesta con la obligación de aceptar sí o sí lo que Mas decida que es la mayoría.

Ahora bien, ¿es tan tonto Margallo como parece?

La pregunta es pertinente no tanto porque nos preocupe la salud mental de Dº José Manuel, sino porque Margallos hay muchos a ambos lados del espectro político. Por tanto, responder la cuestión de forma adecuada nos puede permitir conocer el grado de inteligencia de la clase política.

Veamos.

El ministro plantea el dilema en términos de regularidad y racionalidad.

Cree que la política clásica aún es posible en Cataluña, entendiendo por política clásica la mutua satisfacción de objetivos, siempre parciales, mediante una negociación alejada de todo esencialismo y sometida a reglas.

Por eso le ofrece a Mas un diálogo que debiera terminar con una salida honorable para ambos.

¿Y cómo pretende conseguir que Mas acepte una negociación que ha rechazado hasta el día de hoy?

Otorgándole un triunfo previo, esto es, la posibilidad de modificar la Constitución en términos que le satisfagan.

Margallo, político habituado a los usos de la diplomacia, cree que Mas conserva intacta su racionalidad, pero necesita vender una victoria inicial a sus huestes para que éstas acepten y comprendan que si su líder se sentase a negociar lo haría con honor, aunque, a la postre, -piensan los Margallo del PP y del PSOE-, renunciaría en la mesa a sus posiciones maximalistas (la independencia).  

La reforma constitucional para que se reconozca la identidad nacional de Cataluña sería la presunta argucia con la que atraer al partisano no a un acuerdo definitivo, sino a un mero armisticio.

Margallo se cree Kissinger cuando éste impidió a Israel en la guerra del Yom Kipur infligir a Egipto una derrota bíblica para dar a Sadat un triunfo que le permitiese sentarse a dialogar con Israel desde una posición digna.

El doctor Kissinger lo consiguió. El ministro español jamás.

¿Por qué? ¿Cuál es el error de todos los Margallo que quieren salvar a Mas de Mas?

Que el partisano Mas no teme a los diplomáticos o políticos de salón tipo Margallo que no amparan sus argumentos con la fuerza.

El Gobierno español debe entender que el partisanismo repudia la convivencia, no entiende el compromiso..., al menos hasta que se les obligue a ello.

Después de la fuerza (que no supone necesariamente violencia) se aprestan a negociar.

Pero si no hay fuerza, si no hay enemigo, ¿qué negociar?, ¿para qué?, ¿acaso no se celebró el plebiscito-performance del 9-N?

Su admirado Kissinger se lo diría. 

Espero haber despejado la incógnita acerca de si los Margallo de guardia son tan tontos como parecen.


Mañana de resaca.

En el momento en que escribo estas líneas me entero que el Presidente Rajoy en un mitin en Lérida esta misma mañana ha ofrecido "diálogo" si Cataluña (¿no querrá haber dicho la falange racista catalana?) vuelve a la "normalidad", a la "moderación".
¡Pobre diablo!

Hechos diferenciales.

El genio de Boadella deconstruye en pocos minutos los hechos diferenciales de los Margallos.
https://www.youtube.com/watch?v=wUTK3I8qFpE
Boadella, no Margallo, fue quien tuvo que debatir con Junqueras.
El vídeo anterior demuestra que con 5 minutos hubiera sido suficiente.

@elunicparaiso