sábado, 22 de noviembre de 2014

Entre Harpo Mas y el "harpobrerismo". ¿Llegará a tiempo Groucho? (I)


Los políticos españoles deben su inspiración a una leyenda del humor, Harpo, el mudo de las películas de los hermanos Marx que se reía a mandíbula batiente de todo el que se le ponía por delante. Eso sí, en silencio, sin hacer el más mínimo ruido.

De la misma forma que los que no quieren ser españoles proclaman que hay muchas formas de ser español, en España también hay varias maneras de ser Harpo.  

En Cataluña todos los Harpos tienen como primer apellido Mas, Harpo Mas, y se concentran en el Parlamento regional con una distribución muy repartida.
Ayer, los Harpo Mas de CiU, pero también los del PSC, se opusieron a que los antiguos consejeros de Pujol comparezcan en la Comisión de Investigación encargada de ocultar el latrocinio del Molt Honorable, ¡pero sí citaron a la representante del Partido Popular, la señora Alicia Sánchez Camacho, que jamás fue ni ayudante del chófer de Pujol!

¿Era necesaria tanta crueldad?.

Cuando acuda la interfecta a deponer, los Harpos Mas serán más Harpos que nunca: no hablarán, no preguntarán. Se limitarán a reírse en la cara de la "pepera".

El PSOE es un partido muy aficionado al tal Harpo, también a Marx, Karl Marx, pero últimamente triunfa la corriente Harpo pura y dura.  De hecho, para ser Secretario General del PSOE en el s. XXI es necesario que te doctore "cum laude" en "harpobrerismo" alguna Escuela financiada por el celebérrimo partido, es decir, por todos ustedes, ja, ja, ja, ja. Cuatro jas.

En qué consiste el harpobrerismo, me dirán.

Es el pos-socialismo, pero no en el sentido de una doctrina o una praxis mejorada respecto a la teoría o práctica original, no.

El harpobrerismo es pos-socialista en tanto en cuanto lo que sigue al juramento de fidelidad al socialismo es la francachela al por mayor a costa de la mayoría silenciosa que, pase lo que pase, continuará creyendo en el socialismo.

No hay duda que para alcanzar tal manejo del arte del trile hay que estudiar mucho. 

Los resultados de tanto esfuerzo intelectual a la vista están.  
También ayer tuvimos un magnífico ejemplo de lo que escribo. El actual Harpobrero Jefe, el señor Sánchez, manifestó que no se opone al blindaje del catalán, es decir, que los castellanohablantes en Cataluña van a ser objeto de mofa con todas las de la ley, legalmente vamos, por los catalonaparlantes. Ja, ja, ja, ja. Otros cuatro jas.

El Partido Popular, lástima, carece de Harpos.
Su dirigencia, su Presidente, es tan débil que ni siquiera tiene fuerzas para reír. Quizás ya ni la mínima necesaria para salir en la foto de familia acompañando a los numerosísimos primos y hermanos Harpo de la política patria. Ellos son Gummo, aquel hermano Marx que jamás apareció en la pantalla.  

Nos quedaría aún el último modelo de baja costura marxiano-marxista: el Harpo Chico. "Podemos" obviarle.  

Pero, ¿y Groucho?, ¿quién es el Groucho de la clase política española, dominada por los Harpos de toda laya?
Después del fracaso de la alianza entre UPyD y Ciudadanos el auditorio pierde la esperanza de que aparezca un talento inteligente y se apodere de la escena antes de que las distintas familias Harpo, que Dios las crea y ellas se juntan, destruyan la Casa Común.

Deben tener paciencia.

Al menos hasta leer la próxima entrada del blog.


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domingo, 2 de noviembre de 2014

Síndrome de Estocolmo y tabla rasa.

            
           Hoy el diario “El Mundo” publica una entrevista con el Presidente de Extremadura, señor Monago, en el que literalmente declara: “siempre cabe la capacidad de entenderse dentro de un proyecto de desarrollo de Extremadura con Podemos o con quien sea”.

            Con independencia de que el señor Monago no sabe lo que dice (¿pactaría con Hitler?, ¿lo haría con Stalin?, -con un hijo putativo de éste último parece que sí-), sus comentarios coinciden con una encuesta publicada hoy mismo por el periódico “El País” según la cual Podemos es el primer partido político en intención de voto. O lo que es igual, a los prochavistas les votaría la todavía nutrida clase media del país.

            El comportamiento del aún Presidente extremeño, elegido por un sistema político cuyo eventual aliado Podemos pretende destruir, sería comparable al de los diputados de la Asamblea francesa que ante la huida y posterior captura de Luis XVI en las proximidades de Varennes, votaron que el rey no había huido, sino que ¡había sido secuestrado!, aprobando por amplísima mayoría el Decreto de 15 de julio de 1791 que declaró a Luis XVI inviolable; para luego, ¡los mismos diputados!, votar año y medio después la condena a muerte del rey inviolable.

            En cuanto a los ciudadanos que están dispuestos a apoyar a Podemos quizás deban escarmentar en cabeza ajena reflexionando un momento sobre dos hechos históricos ocurridos a sus teóricos enemigos de clase.
            Los traigo a colación (evitando la manida Alemania nazi, Cuba castrista o Rusia soviética) porque demuestran que el voto puede ser el mejor instrumento para imponer la servidumbre voluntaria, incluso a los que no tenían la obligación de servir.

            La nobleza francesa votó el 4 de agosto de 1789 a favor de una ley que autorizaba la compra de los derechos feudales a razón de treinta veces los ingresos anuales que recibían por esos derechos señoriales (“Teoría Pura de la República”, Antonio García-Trevijano). Es decir, intercambiaron las fuentes de su libertad e independencia por una gigantesca masa monetaria que no pudieron gastar antes de ser guillotinados.   

            Algo parecido ocurrió en la Revolución Americana, donde “las leyes más democráticas fueron votadas por los hombres a cuyos intereses más lesionaban, apresurando con ello el triunfo del nuevo orden. El Estado de Maryland, que había sido fundado por grandes señores, fue el primero en proclamar el sufragio universal e introdujo las formas más democráticas en el conjunto de su gobierno”. (“La democracia en América”, Alexis de Tocqueville).

            Resulta obvio que el pueblo español está tan harto de la clase política que cualquier resultado electoral que no garantice la revuelta, la tabla rasa, será considerado alta traición.

            Está bien.

            Pero antes de acudir a las urnas debiéramos recordar que no sería la primera vez que los ciudadanos y todo tipo de clases sociales votan en contra de sus intereses.

            Esperemos que su intención de voto hoy no les obligue a buscar un dictador mañana.

            Ojalá coadyuven al advenimiento de un sistema basado en la libertad política y en los impuestos bajos. Un paraíso fiscal, vaya.


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