jueves, 30 de octubre de 2014

"PÚNICA GRANATUM"



            Este artículo viene motivado por la noticia de que la Guardia Civil ha utilizado un latinajo como nombre en clave de la operación en la que ha resultado detenido Francisco Granados, número dos de Esperanza Aguirre, sí, pero también el número dos de Tomás Gómez, José María Fraile.

            ¿Cuántos agentes o funcionarios de los que intervinieron, directa o indirectamente, en la "performance" saben latín?, ¿y cuántos la lengua teutona?, pues parece que “Gürtel” es el apellido en alemán de Francisco Correa, el capo de la famosísima trama.

            Me atrevo a pronosticar que ninguno.

            Por eso creo que la policía no puso el nombre a “Gürtel” antes, ni a la operación “Púnica” ahora.

            ¿Quién ha sido el autor, entonces?

            El ex presidente José María Aznar dijo en 2005 en la comisión de investigación del Congreso creada a raíz del atentado del 11-M algo muy parecido a esto: “los que idearon el 11-M no están ni en desiertos remotos ni en montañas lejanas”.

            Es obvio que los que se han inventado los nombres para denominar esas dos actuaciones contra la corrupción política, aunque no deben ser policías, tampoco deben andar muy lejos.

            Pero el señor Aznar también tiene dicho que “sean quienes sean los autores del 11-M, consiguieron su objetivo: cambiar el curso político de España”.   

            ¿Es la operación “Púnica” un intento de cambiar el curso político de España, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid?

            De España, veremos.

            De la Comunidad de Madrid, fuese su objetivo o no, lo ha cambiado objetivamente, pues ni Aguirre se podrá presentar ya como candidata a alcaldesa, ni Tomás Gómez como elegible a la Presidencia de la Comunidad si el PSOE quiere tener opciones reales de ocupar el cargo.
            Habiendo quedado deslegitimados sus lugartenientes, ambos están muertos en términos políticos.

            Pero ¿por qué ese presunto interés por la caza a esa mujer y a ese hombre?

            Barrunto que no hay otro que la negativa de los dos políticos enfrentados durante años a cara de perro, a entrar en una Gran Coalición en Madrid, preludio de una Gran Coalición en el Gobierno de la Nación.  

             El sistema de la Transición, del consenso, sabe desde hace mucho tiempo que la Gran Coalición es su último refugio ante el resquebrajamiento de su muro de Poder.

            De hecho el consenso es eso, una Gran Coalición.

            Aquel que la obstaculice será laminado.

            Quien que la apoye entrará en el reparto.

 
           
            Nota epilogal:
            Dicen que PP y PSOE no han alcanzado un pacto contra la corrupción.
            Yo creo todo lo contrario.
            El pacto contra la corrupción es forjar una Gran Coalición PP-PSOE. 
            El primer paso necesario, aunque no suficiente, habría sido dar luz verde a la “operación Púnica”. 
            ¿Qué nos quedará por ver?, ¿tendremos que, además de ver, sufrir?
            

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domingo, 19 de octubre de 2014

De "auctoritas" y tácticas.


        Para Gori y Ángel. Ellos saben por qué.

            Cuando escribo este artículo el movimiento “Podemos” celebra un congreso-asamblea para organizarse como partido político al uso.

            Grave error formal que quizás lamenten en poco tiempo, pues la gloria presente del lema “Podemos” no radica en su Poder (nulo) sino en que se han apoderado de la legitimidad (“auctoritas”). Y la legitimidad hoy exige mantenerse fuera de la lucha electoral-partidista.  

            Pero vayamos con la idea de “auctoritas”. Ésta supone un conjunto de virtudes que el pueblo cree que encarnan generalmente en una persona, una clase social o una institución, y que precisamente por ello le siguen de forma libre y espontánea.  
            “Auctoritas” sería lo contrario de Poder, pues frente a éste sólo cabe la obediencia pasiva.
           
            Todo Poder necesita legitimidad para vivir tranquilo, para garantizar su supervivencia, pues aunque la fuerza asegura la sumisión, no la asegura completamente.
            Sin embargo, si se gobierna con el consentimiento de los gobernados la fuerza deviene inútil.

            La legitimidad de los gobernantes en el Estado Caníbal se la otorga ser representantes de la dizque soberanía nacional, esto es, el Presidente Rajoy es un gobernante legítimo porque le ha votado el pueblo.   

            La novedad de la situación política española es que existen dos legitimidades:

            a) La formal, que se concentra en las autoridades del Estado que han salido de las urnas.

           b) La material, que reside en el movimiento “Podemos” en tanto una parte del pueblo considere que representa las virtudes que las autoridades del Estado perdieron hace tiempo. 

            La doble legitimidad en un mismo espacio político sólo existe cuando el Poder público resulta tan ineficaz, tan corrupto que carece de cualidades a ojos de la ciudadanía.
            Esto es lo que ocurre en España en las postrimerías del año 14 del s. XXI, pues el PSOE y el PP son meros instrumentos del Poder ayunos de cualquier virtud.

            En teoría, las próximas elecciones generales debieran hacer coincidir al Poder con la “auctoritas”, retornando la paz al orden político.  

            Y a eso juega el referido movimiento al transformarse en partido político: intenta convertir  su “auctoritas” en Gobierno del Estado después de pasar por las urnas.

            Pero si no logra todo el Poder a las primeras de cambio “Podemos” no podrá, pues el tiempo y la frustración marchitan todo, también las supuestas virtudes del movimiento-partido.

            Conscientes de su eventual impotencia, pero también de que la “auctoritas” es ya una forma de Poder, afirman que “el cielo no se toma por consenso, se toma por asalto”. Parece que no se conformarían con la derrota e intentarán hacer valer su fuerza.

            Pero si intentan ese asalto ello será su fin, pues la legitimidad de las urnas otorgará todo el Poder del Estado al nuevo Gobierno, convirtiendo en polvo la legitimidad bis de “Podemos”.  
             
            ¡Qué lejos aquella primavera de 1958 en la que el pueblo francés convirtió la “auctoritas” de De Gaulle en Poder sin necesidad de que éste tuviese que convencer al Parlamento!

               El General no necesitó asaltar nada porque él representaba la autoridad superior.
          Ni siquiera tuvo que descender para asumir el Poder del Estado. Al contrario, no abandonó la jerarquía que le otorgaba la "auctoritas" ni cuando ejerció el Gobierno.

             Hoy, el triunfo de la supuesta nueva “auctoritas” depende de la táctica.
       ¿Pero de qué "auctoritas" hablamos cuando su éxito requiere de alianzas electorales, de asaltos, de maniobras orquestadas en la oscuridad, en suma?, ¿no será que la supuesta nueva legitimidad no lo es tanto?.
         Y es que cuando la táctica tiene que venir en apoyo de la "auctoritas", ésta no pasa de ser demagogia para aventureros. 


           
            Coda táctica:
            Parece ser que en el congreso-asamblea del movimiento su cabeza visible, Pablo Iglesias, se enfrenta a una fuerte oposición interna que pretende diluir el culto al líder. Craso error.
            La legitimidad representa virtudes, pero el “asambleísmo” no es una de ellas.
        Lo esencial de la “auctoritas” reside en las virtudes (“Podemos”, desde mi punto de vista, carece completamente de ellas), pero sobre todo en que éstas se hacen carne en el líder al que el pueblo sigue.  
            El líder que representa a la “auctoritas” es la “auctoritas”.
            El líder es legítimo por sí mismo.  
            Cuando el líder no necesita convencer porque todo lo que diga es verdadero, eliminarle es destruir la “auctoritas”. 
            Por ello, no elegir a Pablo Iglesias es acabar con "Podemos".


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