Ya es lunes
pero no deberíais preocuparos.
Las imágenes que transcurren entre 0:35 y
1:40 de este vídeo http://www.youtube.com/watch?v=4O3-bsGRi1I son
una glorificación de la rutina.
La alegría de
la cámara-actor al reconocer lo habitual es algo que me emociona.
Su euforia no
se debe a que el protagonista escuche a Mozart, pues en ese momento el sonido "a lo Mozart" es fruto de su alma. De su alma y del alma de la cámara.
Griffin Dunne
abandona la oficina cansado de hacer siempre lo mismo y busca acción en las
calles. La encuentra, pero para regresar a su mesa de trabajo con un secreto que es
un tesoro.
El secreto nos
lo revela el maestro Scorsese: lo importante no es ir sino estar de
vuelta, o lo que es igual, para reconocer la felicidad hay que vivir dos
veces, la primera como farsa y la segunda como expiación.
Andad
al trabajo y pasad los días recordando los últimos minutos de "Jo, qué
noche".
Un júbilo mozartiano será
vuestra perpetua compañía.
Nota para melómanos
El sonido que exuda la cámara no es de Mozart.
Unos dicen que es un arreglo de su Sinfonía nº 11 en Re mayor, K.84, cuya
autoría fue incierta hasta 2008.
Se llegó a pensar que incluso pudiera ser, entre otros, de su padre Leopold.
Parece ser que la verdad es que se trata de una versión para la película de la Sinfonía nº 45 en Re mayor, K. 95 (K. 73 N) movimiento 1º, de Wolfgang Amadeus.
Quiero creer que tanta confusión se debe a que el auténtico creador es el entusiasmo anónimo que algunas veces se para a nuestro lado.
Parece ser que la verdad es que se trata de una versión para la película de la Sinfonía nº 45 en Re mayor, K. 95 (K. 73 N) movimiento 1º, de Wolfgang Amadeus.
Quiero creer que tanta confusión se debe a que el auténtico creador es el entusiasmo anónimo que algunas veces se para a nuestro lado.
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@elunicparaiso