jueves, 10 de mayo de 2012

De la cooperación o cómo romper el monopolio del Estado. Impuestos voluntarios II.




        El problema de la racionalidad de los votantes en un sistema político de competencia electoral radica en que no pueden discernir cuál es su elección racional, esto es, la que garantiza su utilidad.

       La elección sólo es racional en el análisis del discurso (voto a Dº Pepito y no a Dº José porque el discurso de aquél es más próximo a mis deseos, a mis convicciones), no en lo referente a la satisfacción real del interés propio (Dº Pepito ha hecho lo mismo que hubiera hecho Dº José, perjudicarme).

         El dilema del elector es el eterno problema de todo régimen dizque representativo: ¿cómo asegurar el cumplimiento de un mandato cuando el elegido puede hacer lo contrario de lo que prometió defender?
           
         Una de las consecuencias de éste dilema es el prestigio de la ideología. Dado que no puedo asegurar con criterios racionales cuál es la alternativa que maximiza mi interés, opto por el método sub-racional de elección que me ofrece la ideología, esto es, pre-juicios que sirven, sobre todo, para decidir lo que no tengo que hacer (no tengo que votar a la derecha o no tengo que votar  a la izquierda), con independencia de que realizar elecciones bajo estas premisas sea ineficaz como forma de lograr beneficios particulares de ningún tipo.

         No es necesario insistir más en las dificultades del elector para resolver sólo con su razón y de manera eficaz para sus intereses la disyuntiva que las urnas le ofrecen, pues por mucha información de que disponga, por muchos golpes de pecho del candidato, el representante le podrá traicionar.

     Mientras llega la democracia de veras representativa, al elector le queda el consuelo de deponer al elegido desleal en futuras convocatorias electorales –me dirán-, aunque el sustituto pueda incurrir en nuevos incumplimientos.
           
      Que los impuestos fueran voluntarios sería otro alivio, quizás eficacísimo. Veamos cómo conseguirlo.

 En la entrada titulada "El oxímoron esencial: impuestos voluntarios I", http://elunicoparaisoeselfiscal.blogspot.com.es/2012/04/el-oximoron-esencial-impuestos.html, describí las condiciones de toda cooperación libre, y a ella me remito.

       En el caso que analizamos, a primera vista confluyen dos obstáculos que podrían hacer inviable la cooperación para proveer bienes públicos con impuestos voluntarios. Son el egoísmo y los “gorrones”.
     Si las partes no se ponen de acuerdo en qué servicio prestar ni cómo financiarle, los intereses individuales pueden hacer fracasar la consecución del bien público, que recordamos es el que se ofrece de forma conjunta y no permite excluir a nadie de su consumo, como en el caso de la utilización de una acera.
     Incluso si se llega a producir el bien, el problema serían los “gorrones”, esto es, aquellos que se benefician de él sin participar en los costes, lo que podría provocar si su número fuera importante la desafección de los cumplidores y el fin de la prestación del bien o servicio. 

      Sin embargo, los estudios científicos acerca de la cooperación han demostrado que ésta no es un asunto que dependa sólo o esencialmente del sanchopancismo de cada uno, ni de que el Estado la fuerce (véase el fraude fiscal), sino de que dé comienzo.
      Así, todo intento de colaboración parte de una invitación para hacerlo, en el entendimiento de que el reparto de los trabajos incrementa la productividad. Por tanto, se empieza cooperando para ofrecer a los otros la posibilidad de que sigan haciéndolo en interés de las partes, evitando de esa manera el peor resultado que supondría la no cooperación. 
   
    Pero una vez iniciada, la posibilidad de que la cooperación continúe es directamente proporcional a dos elementos:  

       a) Que las partes se tengan que volver a encontrar en el futuro, pues la necesidad de contar con el otro mañana les obligará a todos a respetar los pactos hoy (estrategia del “toma y daca”).

      b) El conocimiento tanto de los que colaboran como de los que no lo hacen, pues de esta manera el "gorrón" queda en evidencia.

    Resumiendo, la cooperación exige repetición y publicidad, y la repetición y la publicidad de la cooperación generan más cooperación, sea cual sea el egoísmo de los partícipes.

      Llegados hasta aquí, del estudio de las condiciones de posibilidad de la oferta de bienes públicos financiados potestativamente obtenemos una consecuencia, quizás inesperada, porque reclamar que los impuestos sean voluntarios no es una fórmula asaz artera para evitar contribuir a los gastos comunes, sino una manera de asegurar la máxima calidad y el menor coste en la prestación de servicios públicos.

      Las donaciones estarían vinculadas a que se ofrezcan los mejores bienes al precio más económico. En caso contrario, el bien no se producirá o se buscará otro suministrador, corolario último de la necesidad del consentimiento para generarlos y sufragarlos.

      En pocas palabras, los impuestos voluntarios constituyen el fin del monopolio del Estado caníbal en la provisión de bienes y servicios públicos de mala calidad y deficitarios.

        El fin del larriano "vuelva usted mañana".


twitter: @elunicparaiso








3 comentarios:

  1. Lo veo pero no lo veo. Me explico: falta educación en responsabilidad social.

    Hay que recordar que llevamos tanto tiempo viviendo "gratis" y defraudando al fisco que prácticamente se puede decir que España inventó ambos conceptos. Recordemos las cuentas del Gran Capitán.

    Si nuestra democracia fuera "madura", se podrían proponer tanto ésta como otras medidas (básicamente las tomadas por Islandia para salir de la crisis y ser coherentes con el modelo capitalista y liberal impuesto) pero me parece que en el país del tunning, las cervecitas y las tapas, el fútbol y el escaqueo, no sería posible ni de coña.

    Otra cosa es que se hiciera en EEUU. Aunque ya prácticamente lo tienen instaurado allí, con el eficiente sistema de antiguos alumnos de las universidades o la implicación política con los partidos, casi obligatoria para todo ciudadano americano.

    O en los países del norte de Europa (nórdicos, Holanda, Dinamarca, la misma Islandia, Alemania incluso...) cuya conciencia social está bastante más educada, comprendida y asimilada que en los países del sur de Europa.

    En tantas cosas nos alejamos tanto de Europa y nos acercamos tanto a Italia y Grecia que me temo estamos avocados a un batacazo monumental, como ellos.

    ¿Y si de una vez volcamos nuestros esfuerzos en Latinoamérica, en vez de llegar al punto en el que nos odian y nos expropian hasta el traje de luces?

    Perdón por el rollo.

    Saludos salvajes

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  2. Nada de rollo.
    Pero me niego a regodearme en el derrotismo.
    Por qué España no puede ser libre.
    El camino es el paraíso fiscal.
    Europa debe convertirse en una confederación de paraísos fiscales.
    Respondo a tus saludos salvajes con un abrazo fraternal.

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  3. Estoy de acuerdo con ambos. Jorge, dentro de un esquema de refugio fiscal, seguro que una forma de impuestos o inversión en servicios esenciales encaja. Pero, sin regodeos, creo que ninguno de nosotros no lo va a ver en España (pero tampoco en Alemania, estos nos metieron en dos guerras mundiales el siglo pasado). Digo esto, porque después de escuchar y ver a los del 15M, sindicatos, partidos políticos de toda índole y demás tribus estos días por las plazas de nuestras ciudades....Ni de coña!. Pregúntales sobre paraísos fiscales, impuestos voluntarios, libertades individuales, empresarios, especuladores y propiedad privada...Anyway

    En cuanto a lo de Latinoamérica, hay problemas muy difíciles de salvar a corto plazo, ya que aunque el idioma, religión y cultura estemos alineados, existen todavía castas, lucha de clases, fuertes movimientos en contra de los colonos/criollos y estados corruptos que me río yo de lo que pasa en el Estado Caníbal en España. Allí queda mucho por hacer, pero mucho mucho. Mandamos a descubrir las Indias a lo mejor de cada casa, y por allá sólo han llegado olas de inmigrantes huyendo del hambre y las guerras en Europa, así que todavía queda mucho por hacer... Sin embargo,hay en países que por ahora lo están haciendo bien y según están las cosas por acá, lo mejor que podemos hacer es irnos de vez en cuando a ver a nuestros primos del otro lado del Atlántico...

    Yo me voy mañana de periplo por Centro América, Ecuador y Cono sur. Además de estar casado con una Argentina, tengo muy buenos amigos y negocios por allá, por lo que estoy haciendo lo que siempre digo, buscando un sitio donde refugiarme y largarme de España. (Jorge, efectivamente, La República Oriental del Uruguay no es un mal sitio, ala contrato. Además, son como los Argentinos pero sin serlo: tiene mate, buena carne y hablan como Porteños,...)

    Abrazos a todos

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